Cáncer es el nombre que se da a un conjunto de enfermedades relacionadas. Algunas células del cuerpo empiezan a dividirse de forma descontrolada y se diseminan a los tejidos de alrededor.
Produce pérdida de apetito y caquexia tumoral, impactando en el estado físico, psicológico y social de los pacientes y en su calidad de vida. Aumenta la proteólisis y la lipólisis, disminuyendo la masa muscular y grasa, disminuye la producción hepática de glucosa, incrementa el ciclo de Cori y disminuye la sensibilización insulínica de los tejidos. Todo esto provoca un aumento del gasto energético del paciente oncológico.
Un factor de riesgo serían dietas ricas en grasa y proteínas de origen animal que incrementa los factores de crecimiento tumoral, cambios en el comportamiento del sistema inmune fomentando el crecimiento tumoral y la aparición de metástasis.
El humo de cigarro y dieta son los factores ambientales con mayor implicación en desarrollo de cáncer.
- Cáncer de mama. El consumo de grasas saturadas lo incrementa, mientras que el consumo de frutas con alto contenido en vitamina C tienen un efecto protector.
- Cáncer de pulmón. Es mayor cuando el individuo tiene menores ingestas de vitamina A o superiores a las que necesita. Son buenos protectores las ensaladas de vegetales verdes, frutas y los jugos de frutas de 5 a 7 veces por semana.
- Cáncer gástrico. La formación de nitrosaminas en el estómago lo aumentan. La vitamina E y C ayudan a que no se unan los nitritos con los aminas, evitando así la iniciación de células gástricas.
Se recomienda entonces una dieta equilibrada elevada en frutas y verduras, con suplementos nutricionales de ácidos grasos poliinsaturados omega 3, arginina, glutamina, nucleótidos y zinc, mejorando así las función inmune e intestinal, reduciendo la inflamación y, en general, mejorando el estado nutricional del paciente.
La ingesta de vitamina C y E, carotenoides y la fibra son los principales componentes preventivos del cáncer de la dieta. También los flavonoides, índoles, monoterpenos, isotiacinatos aromáticos y compuestos órgano sulfurados presentes en alimentos de origen vegetal son capaces de neutralizar los efectos de los radicales libres.
Por tanto, la dieta tiene un papel muy importante en las enfermedades crónicas no transmisibles tanto por su papel protector como de riesgo.
Se debe potenciar los hábitos dietéticos con consumo de nutrientes y antioxidantes en su justa medida para la prevención del cáncer y evitar la ingesta de ciertos alimentos o la exposición carcinógenos.
Consumir al menos 5 raciones de vegetales garantiza un aporte adecuado de moléculas, vitaminas y minerales con propiedades antioxidantes, además de fibra dietética: frutas rojas, verduras crucíferas, espinacas, soja, uvas, cítricos, cúrcuma, té verde, chocolate negro, pimienta negra, ajo, cebolla, coles de bruselas.
La eficacia de la vitamina C, E y el B-caroteno en el proceso de carcinogénesis en donde estos nutrientes tienen función en la eliminación de carcinógenos, inhibición de precarcinógenos y la reparación del daño al ADN.
- El B-caroteno tiene efecto protector contra la promoción de una célula iniciada evitando su progresión.
- La capacidad de la vitamina E para evitar malignidad en células iniciada con ozono, semejante al efecto protector de la vitamina C.
Un estudio determinó que tras consumir B-caroteno diariamente redujo la incidencia de cáncer de piel no melanoma, y la combinación de B-caroteno, alfatocoferol y selenio redujo un 21% la mortalidad de cáncer gástrico.
El alfa-tocoferol y el B-caroteno en hombres fumadores tuvo un efecto protector en la incidencia de cáncer de próstata en un 34% de la población estudiada, mientras que la suplementación de B-caroteno incrementó un 18% el cáncer pulmonar.
Aquí os dejo una entrada en la que explica más detalladamente los factores dietéticos que promueven el cáncer, los factores dietéticos protectores del cáncer y recomendaciones para la protección frente al cáncer: